El Aceite es un producto obligatorio en todas las casas mediterráneas, e imprescindible para desarrollar la mayoría de nuestros platos. Todos los mediterráneos tenemos un vínculo muy estrecho con este oro líquido proveniente de los olivos. Y es normal, ya que el 97% de la producción se produce en este área, y de ahí casi la mitad es producida en España. ¿Quien puede evitar echar un chorrito de aceite mientras cocina?

Historia
Si queremos remontarnos a los comienzos del uso del aceite de oliva, se sabe que los mismos egipcios lo utilizaban con fines cosméticos, y que era la mismísima Isis la diosa que enseñó el cultivo del olivo a los hombres. Se han llegado a encontrar inscripciones en los jeroglíficos de las cámaras funerarias, representaciones de vasijas y ánforas con aceite de oliva. También los micénicos producían aceite para uso ritual y fueron los griegos en su conquista a mediados del II milenio a. C. quienes se la llevaron y comenzaron su producción oleícola. Pero en lo que refiere a nuestra importancia como productores de aceite, fueron los Fenicios y su extensísima red comercial los que fueron responsables de traer al sur de la península sobre el siglo XI a. C. los primeros cultivos, que se extendieron y multiplicaron para abastecer las necesidades del extenso imperio romano. Y os voy a dar un dato asombroso: El monte Testacio (monte de los tiestos) en Roma, está formado por 26 millones de ánforas olearias llegadas al puerto de Roma. Debido a que limpiarlas y retornarlas a su punto de origen era más costoso que desecharlas, por trescientos años se rompían y acumulaban en una zona de escombro controlado, hasta formar lo que hoy es una montaña. Pues bien, el 90% de esas vasijas correspondían a la provincia Bética, situada en la actual Andalucía.

La Familia “Panxeta”
Elegir un buen producto a veces requiere el esfuerzo de buscar entre muchos que prometen serlo y no cumplen. En este caso la montaña vino a Mahoma en forma de “Juanjo”, un tío que tiene la energía de mil olivos y que ha apostado por reconvertirse profesionalmente subiéndose al tractor retomando las tierras que por generaciones han pertenecido a su familia, para sacarles Oro líquido. ¡Y sí! Se puede. Después de mucho esfuerzo, este entusiasta del AOVE (término que utilizaré a partir de ahora para el Aceite de Oliva Virgen Extra), ha sabido crear una marca que empieza a verse en los mejores restaurantes. Una cuidada producción que después de la “collita” ha conseguido exprimir hasta sacar 1.500 litros de como dice él… auténtico zumo de oliva en verde (Oro líquido en estado puro). Y para ello, no se ha dejado embaucar por dejar un poco más “colgadas del olivo” esas perlas verdes que ahora empezarían a engordar. Más bien, y sacándolas en el mejor momento de maduración (para extraer un aceite de altísima calidad); prefiere menos y mejor, que más y del montón. Por ello eligen según como haya evolucionado el tiempo y las lluvias: el final del mes de octubre (como fue en esta ocasión), o principios de noviembre. Ah, y eso de que se caigan a tierra y las recojo cuando pueda… Vamos ¡¡¡En la vida!!! No he visto a nadie quejarse más que a Juanjo. Él y su familia, las recogen manualmente; y el mismo día la llevan a la almazara, que al mismo instante de descargarla proceden a su elaboración. Eso lo he visto con mis propios ojos.

Tradición de la buena
La verdad es que fué un placer visitarlo a su pequeña población de 70 habitantes Vall d’Alcalà. Ver como para extraer AOVE, no utilizan pesticidas, y usan abonos ecológicos. Vamos, como sus tatarabuelos lo empezaron a hacer cuando plantaron los olivos de blanqueta hace 200 años. Ahí es nada… Y su abuelo Juanito el Panxa junto a su padre J.M. Panxeta, siguieron manteniendo esta tradición, hasta que Juanjo y su familia han tomado el relevo. La verdad que ahora sus antepasados estarían orgullosos del trabajo que se está realizando, y que permite, gracias a familias como está, mantener alto el listón de un producto tan importante como el AOVE. Ya queda lejos cuando con burro y cargando el carro con tinajas, llegaban hasta Valencia para repartir el preciado líquido.

Los despoblados moriscos
Pero no le vamos a echar todos los méritos a la familia de Juanjo. La visita a los “despoblados moriscos” (también llamados cristianos nuevos) me dejó alucinado. Ruinas de mudéjares que en el siglo XVI abrazaron más o menos contentos la fe católica, ya que tenían dos opciones: Sumarse al bando ganador, o morir. Bueno, ese de todas formas es otro tema. El caso es que al final (por desconfianza) les invitaron a irse y así quedaron estas poblaciones… despobladas o siendo utilizadas como corrales hasta relativamente épocas recientes. Aun así, nos han dejado muestras de lo importante que era ya el aceite en aquélla época, ya que actualmente quedan restos arqueológicos de una prensa de aceite tallada en la misma roca.

AOVE
Bueno, lección aprendida: El aceite lleva muchísimo curro. Tenemos que valorar el tomar un producto que viene de árboles cultivados hace siglos y que tienen que ser cuidados con mucho mimo. La extracción manual, la pasión que familias como la de Juanjo Pancheta III mantienen y el orgullo con el que defienden su AOVE mimado gota a gota, merecen todo mi respeto. La cata que hice en su pequeño espacio me transmitió sensaciones extraordinarias, el olor intenso, el color verde, el sabor picantito en la boca al final… ¡Panxeta! Sigue peleando por la excelencia. Por que la acidez sea perfecta. Larga vida a tu proyecto 5 Oliveres. Desde mi pequeño post, apoyo tu marca y la de muchos como tú que consiguen mantener vivo este ORO LÍQUIDO.

¡Larga vida al AOVE!

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